martes, 27 de octubre de 2015

Soltera.


Sentada con las piernas cruzadas en el sofá, tomo tres cervezas mientras escucho la canción Con las piernas cruzadas en el sofá. Pero no tiro migas de Savane. Aquí no hay Savane y mucho menos Papy Brossard.

Se me caen un poco las cenizas en el piso. Finalmente, es lo mismo: las migas, las cenizas...
- Usted destituye a los hombres.
- ¿De su poder?
- de su deseo, como mínimo.

No reclamo nada a nadie y, a cambio, no rindo cuentas a nadie. Soltera,  es libertario, podría subrayar el especialista. Entre dos mmmh y tres silencios, la libreta sobre las rodillas.

Los continentes son desiertos. Es la tundra a los 360 ​​grados. En América, en Europa, en Asia... Soy Uno en medio del vacío.

Sin embargo estoy enamorada. Mi corazón tiembla. ¿Por quién? Por Nadie. Por el gran Ausente. Aquel que el portero nunca anunciará.
- Aló Señorita, de parte de Nadie.
- Claro que sí. Que suba. Lo esperaba. Desde mi nacimiento.
No me canso de extrañarlo.
Estoy enamorado del ojo que imagino mirándome. Impreso justo allí, delante de mí, en el ángulo recto formado por las líneas de la pared y el techo. Él me observa, enfoca en plano picado en dirección del sofá.

Un ojo reconfortante que me sigue por todas partes, constantemente. Un ojo que quiere decir, pero no dice. Un ojo que gritaría su alegría si tuviera una boca "¡Qué chica tan hermosa! ¡Uy sí, de verdad, qué chica tan hermosa! Te venero. Me enervas. Sigamos juntos».


Un apartamento, las paredes pintadas de blanco. La vida pintada de blanco, puse a cero el taxímetro. Me deshice del marido demasiado pesado. Solo queda el núcleo duro. Bañada por una luz árida, animada por esta habitual rabia de vivir, cohabito con el cíclope. En todo momento. Lleva todos los nombres posibles. Intercambiables. Novio, extranjero, amante, hipócrita, papá, amigo, desconocido, hermano, cobarde, polvo de una noche, compañero, traidor, esposo.


Una ida y vuelta a la ventana y otra canción.
No, el portero no timbrará. Es domingo por la noche, y además estoy soltera. Bajo el cielo raso de madera, me arrollo en la cobija con mi ojo desnudo, fiel admirador, amante apasionado sin estorbar. Su frialdad perpetua calienta mis muslos.

En mi apartamento donde todo se puede escribir, doy sorbitos.
Tomo nota de mis recuerdos, mis convulsiones, mis desbordamientos en decenas de cuadernos. En cada página, arrojo pequeños ovarios rojos.
Luego, vuelvo a leer para estudiarlos mejor. Siguen estremeciéndose, pero ya no están hirviendo dentro de mí.
Ahora, tengo ganas de exhibirlos.
Quiero que otros los descubran, que algunos incluso los adopten para que perduren, para que viajen, para que vibren en sus cuerpos. Mucho tiempo. En otros lugares. Dispersos.

Revelar para conservar pero mantener a distancia.

Poner en un plato servido su mundo interior implica obviamente un riesgo.

Así que abro el paquete de cigarrillos y redacto un anuncio al reverso del papel aluminio:

Se busca lectores asiduos
dispuestos a albergar durante un período indeterminado
pequeños y grandes recuerdos color ovario rojo.
Sin seriedad abstenerse.
Tel 313 205 09 61.
Llamar después de las 9 pm.


Versión original, octubre de 2004.
Versión blog 1, marzo de 2013.


Célibataire.v2.


 
Assise en tailleur sur le canapé, je bois trois bières en écoutant la chanson  En tailleur sur le canapé.  Mais je ne fais pas de miettes de Savane. Ici, il n’y a pas de Savane et encore moins de Papy Brossard.

Je fais tomber un peu mes cendres sur le parquet. Finalement c’est pareil: les miettes, les cendres…

- Vous destituez les hommes.
- de leur pouvoir ?
- de leur désir, tout au moins.

Je ne réclame rien à personne et en contrepartie, je ne rends de compte à personne. Célibataire, c’est libertaire, pourrait souligner le spécialiste. Entre deux mmmh et trois silences, le bloc-notes posé sur ses genoux croisés.

Les continents sont déserts. C’est la toundra à 360 degrés. En Amérique, en Europe, en Asie… Je suis Un au milieu du vide.

Pourtant je suis amoureuse. Mon cœur tremblote. Pour qui ? Pour Personne. Pour le grand Absent. Celui que le portier n’annoncera jamais.
- Allô Mademoiselle, c’est de la part de Personne.
- Mais oui, bien sûr, faites-le monter. Je l’attendais. Depuis ma naissance.
No me canso de extrañarlo.

Je suis amoureuse de l’œil que j’imagine me regarder. Imprimé juste là, en face de moi, sur l’angle droit formé par les droites du mur et du plafond. Il m’observe, il cadre en plongée vers le canapé.

Un œil rassurant qui me suit partout, continûment. Un œil qui a envie dire mais qui ne dit pas. Un œil qui crierait sa joie s’il avait une bouche « Quelle belle fille ! Oh oui, vraiment, quelle belle fille ! Je te vénère. Tu m’énerves. Continuons ensemble.»

Un appartement, les murs repeints en blanc. La vie repeinte en blanc, j’ai remis le taximètre à zéro. Je me suis débarrassée du mari trop lourd.
Il ne reste plus que le noyau dur. Baignée de lumière aride, animée par cette habituelle rage de vivre, je cohabite avec le cyclope. À toute heure. Il porte tous les noms possibles. Interchangeables. Fiancé, étranger, amant, hypocrite, papa, ami, inconnu, frère, lâche, coup d’un soir, compagnon, traître, époux.

Un aller et retour à la fenêtre et une autre chanson.

Non, le portier ne sonnera pas. C’est dimanche soir, et puis je suis célibataire. Sous le plafond en lambris, je m’emmaillote dans la couverture avec mon œil tout nu, admirateur fidèle, amoureux éperdu non encombrant. Sa froideur perpétuelle me réchauffe les cuisses.

Dans mon appartement où tout peut s’écrire, je sirote.

Je note mes souvenirs, mes convulsions, mes débordements dans des dizaines de cahiers. Sur chaque page, je dégorge des petits ovaires tout rouges.
Ensuite, je relis pour mieux les étudier. Ils continuent de frémir mais ils ne sont plus en train de bouillir à l’intérieur de moi-même.

Maintenant, j’ai envie de les exhiber.
Je veux que d’autres les découvrent, que certains même les adoptent pour qu’ils perdurent, pour qu’ils voyagent, pour qu’ils vibrent dans leurs corps. Longtemps. Ailleurs. Dispersés.

Divulguer pour conserver mais maintenir à distance.

Donner en pâture son monde intérieur comporte bien évidemment des risques.

Alors, j’ouvre le paquet de cigarettes et je rédige une petite annonce au verso du papier aluminium:


Recherche lecteurs assidus
disposés à héberger pour une période indéterminé
petits et grands  souvenirs couleur rouge ovaire.
Pas sérieux s’abstenir.
Tél 313 205 09 61.
Appeler après 21h.

 
Version originale, octobre 2004.
Version blog 1, mars 2013.

jueves, 22 de octubre de 2015

Día de Todos los Santos.



El día de Todos los Santos, todo se calla.

Frente a mí se levanta un altar.
Sobre un baúl de viaje, velas, incienso, piedras, una semilla, el silencio, fotografías, una planta que se abre el día y se cierra por la noche, los arcanos del tarot, una espiral. Los muertos son ahora nombres que he escrito en papel de seda plegado en siete.
No son nada. Realmente nada.

Los muertos ya no son, sin duda.

Pero, soy la energía de los muertos. Mis glóbulos rojos, mis glóbulos blancos, mi linfa, y todo lo que han perdido, todo lo que se convirtió en humo, hoy en día se mezclan  para circular por mis venas.

A finales de noviembre, la tormenta de nieve blanqueaba el campo. El frío mordía las uñas. Arriba del acantilado, lancé las cenizas de mi hermano con todas mis fuerzas en el vacío. Repentina ráfaga de viento. Las pequeñas partículas antracita dieron la vuelta y vinieron a azotar mi rostro. Estaba cubierta. Mi hermano pegado en mis pestañas, mi hermano en mi pelo, en mis oídos, mi hermano sobre mis mejillas, sobre mi frente, sobre mi bufanda, sobre mi chaqueta.
Pasé mi lengua sobre mis labios. Mi hermano en mi boca.


Forjé la idea de que estoy encadenado a los muertos y ellos me muestran con su dedo seco el cronometro lanzado, la cuenta atrás en marcha. Así que siempre más allá, siempre más rápido, pero siempre ahí, nado contra la corriente. Yo soy la pobre polla de agua perdida en el torbellino de una inundación. La lluvia sigue cayendo. Sé que al final del día, voy a ser tragada por las olas.
Y, sin embargo, pedaleo sobre la cresta.
Me persuadí que me habían suplicado que yo correrá. Cuando otros se relajan, cuando otros caminan, me precipito. Nadie me puede seguir, ni alcanzarme, ni atraparme. Redoblo los esfuerzos. Viajo por el mundo a toda velocidad, el grillete de los muertos colgado a los pies.

Pronuncié promesas sobre los ataúdes. Deben cumplirse. Tengo una sola palabra. Voy a ser tus ojos, voy a ser tus brazos, voy a ser tus piernas, para ti que ya no tiene cuerpo.


¿Pero los muertos me preguntaron realmente algo? No. Nada. En ningún momento. Ellos ni siquiera saben que vivo bajo su diktat.
Puse palabras en su boca muerta, anhelos en su cabeza muerta, deseos en sus entrañas muertas.
Palabras, anhelos, deseos que nunca han existido.
Yo inventé todo.
Como siempre.
Soy una tejedora de historias, una proletaria del melodrama.

Me ahogo debajo de la almohada de la repetición y de la enumeración.

Este año, yo siego.
Renuncio. Cancelo los contratos.

Así que tomo entre mis dedos cada papel doblado. Leo el nombre escrito en el interior, articulo cada sílaba lentamente, prendo el mechero y enciendo. Pequeñas llamas de colores lamen las letras. Los desaparecidos desaparecen de nuevo.

Exulto:
¡Váyanse en paz, los muertos! ¡Que sean benditos, que sean lo que quieran, pero que se vayan por otra parte! Para que, por fin, yo pueda descansar.
De hecho, no me atrevía a decírselo, pero ¡QUE SE VAYAN A FOLLAR!

Sentado frente a mi altar, estoy sacudida por una risa de ultratumba
...satisfecha hasta mañana.


Soy la lupa que se fija en los detalles.
Y lo que sea que escriba, siempre escribo más de lo que quería escribir al principio.

Y el día de Todos los Santos, todo se sabe.



Versión original, noviembre de 2004.
Blog Versión 1, noviembre de 2012.

Toussaint.v2.


 
A la Toussaint, tout se tait.


Devant moi se dresse un autel.
Sur une malle de voyage, des bougies, de l’encens, des cailloux, une graine, le silence, des photographies, une plante qui s’ouvre le jour et se ferme la nuit, les arcanes du tarot, une spirale. Les morts sont maintenant des noms que j’ai écrits sur des papiers de soie pliés en sept.
Ils ne sont rien. Vraiment plus rien.

Les morts ne sont plus, certes.

Mais, je suis l’énergie des morts. Mes globules rouges, mes globules blancs, ma lymphe, et tout ce qu’ils ont perdu, tout ce qui est parti en fumée se mélangent pour circuler aujourd’hui dans mes veines.

Fin novembre, la tempête de neige blanchissait la campagne. Le froid mordait les ongles. Au-dessus de la falaise, j’ai lancé les cendres de mon frère de toutes mes forces au-dessus du vide. Bourrasque de vent soudaine. Les minuscules particules anthracite ont fait demi-tour et sont venues cingler mon visage. J’étais recouverte. Mon frère collé dans mes cils, mon frère dans mes cheveux, dans mes oreilles, mon frère sur mes joues, sur mon front, sur mon écharpe, sur ma veste.
J’ai passé ma langue sur mes lèvres. Mon frère dans ma bouche.

Je me suis forgée l’idée que je suis enchaînée aux morts et qu’ils me montrent de leur doigt sec le chronomètre lancé, le compte à rebours déclenché. Alors toujours plus loin, toujours plus vite, mais toujours sur place, je nage à contre-courant. Je suis la pauvre petite poule d’eau larguée dans la tourmente d’une crue. La pluie ne cesse de tomber. Je sais qu’à la fin de la journée, je serai engloutie par les flots.
Et malgré tout, je pédale sur la vague.
Je suis persuadée qu’ils m’ont supplié de courir. Lorsque les autres se détendent, lorsque les autres marchent, je me précipite. Personne ne peut me suivre, ni me rattraper, ni m’attraper. Je redouble d’efforts. Je parcours le monde à toute vitesse, le boulet des morts accroché aux pieds.

J’ai prononcé des promesses sur les cercueils. Elles doivent être tenues. Je n’ai qu’une parole. Je serai tes yeux, je serai tes bras, je serai tes jambes, pour toi qui n’en a plus.

Mais les morts m’ont-ils vraiment demandé quelque chose? Non. Rien. À aucun moment. Ils ne savent même pas que je vis sous leur diktat.
J’ai mis des paroles dans leur bouche morte, des souhaits dans leur tête morte, des désirs dans leurs entrailles mortes.
Paroles, souhaits, désirs qui n’ont jamais existé.
J’ai tout inventé.
Comme toujours.
Je suis une brodeuse d’histoires, une prolétaire du mélodrame.

J’étouffe sous l´oreiller de la répétition et de l’énumération.

Cette année, je tranche.
Je démissionne. Je résilie les contrats.

Alors je prends entre mes doigts chaque papier plié. Je lis le nom écrit à l’intérieur, articule lentement chaque syllabe, allume le briquet et met le feu. Des petites flammèches colorées lèchent les lettres. Le disparu disparaît une nouvelle fois.

J’exulte :
Allez en paix, les morts ! Soyez bénis, soyez tout ce que vous voulez mais allez voir ailleurs ! Pour que je puisse enfin me reposer.
En fait, je n’osais pas vous le dire mais ALLEZ-VOUS FAIRE FOUTRE, LES MORTS !

 Assise devant mon autel, je suis secouée d’un rire d’outre-tombe
….satisfaite jusqu’à demain.

 
Je suis la loupe qui se fixe sur les détails.
Quoique j’écrive, j’écris toujours plus que ce que je voulais écrire au début.

 
Et à la Toussaint, tout se sait.



Version originale, novembre 2004.
Version blog 1, novembre 2012.


domingo, 18 de octubre de 2015

Funerales.



Les voy a contar una anécdota que describe bien el personaje. Y ustedes tienen todo el derecho a reírse, no está prohibido. Aunque hoy se vistieron todos como cuervos.

Entonces los protagonistas son: una niña de diez años, un hermano mayor y su madre.
El año: 1982.
El lugar: un apartamento, décimo piso de una torre llamada Bagatelle, en Dijon, cerca de la estación, los trenes hacen un ruido de infierno el verano cuando las ventanas están abiertas, se respira la creosota y se oye gritar los vencejos.


Diálogos en familia.


La niña, tirada en el diccionario Larousse: Dime ¿es grande como la torre Eiffel?

El hermano: No sé. Trescientos metros, a ojo.
La niña: Mmmh Sí ....¿pero grande como?¿cuántas torres Bagatelle?
El hermano: Eeeh pues es mucho más grande.
La niña insiste: Sí, pero ¿Cuánto? Dos, tres veces. ¿Cuánto? Dimeee.

La madre está de pie, frente al lava plato. Lava la loza.

El hermano: ¡Qué sé yo! Como seis, siete veces...
La niña: ¿Y el Arco de Triunfo?
El hermano sigue soldando sus cosos electrónicos: Pffff ...Tú eres una rompe-huevas!
La niña: ¿Y la columna Vendôme?
El hermano se enoja: Eeeh ¡Busca en tu diccionario!
La niña: ¿Y el genio de la Bastilla? ¿Y el Sagrado Corazón? ¿Es grande cómo? Mami, ¿es grande cómo?

La madre, ella no oye nada, hace ruido con sus ollas.
Y las preguntas desfilan, desfilan. A la velocidad del cerebro de una niña...

El hermano: Nunca has visto París, ¿verdad?
La niña, exasperada, ojos al cielo: ¡Pues no! O en una vida anterior, cuando yo era María Antonieta. Pfffff.

La madre da purina a los gatos. Son las diez de la noche y es sábado.

El hermano: Prepara tu mochila. Nos vamos.
La niña: ¿mochila de qué o qué? ¿Vamos a dónde?
El hermano: Sí, vamos. Dirección Panam.

Los ojos de la niña se ensanchan y ella abre una boca grande como un horno.

¡300 kilómetros, es la puerta al lado! La madre pone más purina en el plato de los gatos y se suben illico en el Golf GTI, anaranjado y todo podrido. Las puertas cierran con cables elásticos. Las luces mal ajustadas iluminan a penas la nacional. Media hora más tarde, se envaran. El golf tiene hipo y se arrastra a treinta por hora. Escupe llamas por el exosto. Y aceite también. Los carros que están atrás reciben todo en plena cara. Los choferes deben prender sus limpiaparabrisas. Finalmente, optan por pasar. Cada cincuenta kilómetros, tienen que parar y rellenar con aceite para que el motor no explote. La madre paga con cheques sin fondos en cada bomba. Es fin de junio, pues fin de mes, así que no hay ni un peso en la cuenta. Se demoran horas en llegar a su destino.
Para una niña de diez años y para un primer viaje, es realmente muy largo. Una noche en blanco interminable.

Una vez allá, con un solo café en el estómago, surcan la capital a lo largo y a lo ancho: la torre Eiffel, la columna Vendôme, el Moulin Rouge, el Sagrado Corazón...
Giran alrededor de la plaza de la Estrella cinco veces con el Golf anaranjado y todo podrido. Parece que anda sobre dos ruedas de tanto inclinarse en la vuelta. ¡Una chimba!

Corriendo, suben y bajan los Campos Elíseos. La niña, suspendida a la mano de su hermano, vuela detrás como una banderita colgada a una bicicleta.
Él tiene las piernas largas y ella, corticas. La madre se queja. Le duele los juanetes. La niña toma todas las medidas posibles: cuántas torres Bagatelle el Arco de Triunfo, cuántas torres Bagatelle la torre Montparnasse...

Y luego bajan en el metro. Viajan en primera clase con billetes de segunda. Pillados y multados. La madre vocifera,  porque sí. Y firma otro cheque sin fondos. Uno más, uno menos.

En el camino de regreso, van a ver los aviones en Orly. Incluso hay el Concorde. El que cruza el Atlántico. Con su nariz puntiaguda. El que solemos ver en la televisión, en el noticiero de Mourousi.

Vuelven a la torre Bagatelle con el Golf Gti, anaranjado y todo podrido, que finalmente sí aguantó. Se demoran unas horas más.
La niña va directamente a la escuela sin pasar por su cama. La depositan frente a la reja con su maleta y sus ojos llenos de sueño y de encanto. Rima, pero no es a propósito. Es la verdad.

En clase, ese día es redacción. Ella escribe un texto, o más bien un ensayo científico titulado,"Medidas de los monumentos de París en unidad torre Bagatelle. "
La madre, ella regresa a sus cuencos. Scotch Brite y Axion.
Y él, vuelve a sus cachivaches.

La niña, hoy en día, es ella que da temas de redacción a los alumnos. Pero no muy a menudo porque es una mamera corregirlas.
La niña, hoy en día, vive del otro lado del mar.
Toma aviones como antes se montaba en el Golf GTI. Anaranjado y todo podrido. Ella tiene un gusto por la aventura y los más allá.
Algunos dicen: Es raro este gusto. No se sabe de dónde viene. No se sabe de dónde salió.

La madre, ella se fue a fregar las ollas de San Pedro, ya hace mucho tiempo.

¿Y él ? Me van a preguntar. Con un hermoso punto de interrogación en forma de cola de ardilla.
Bueno, está ahí, tendido entre cuatro tablas, frente a ustedes.

Frente a mí.

Homenaje.
¡Te saludo hermano mayor!

¡Que las llamas te estén suaves, que la tierra te esté ligera,
Y buen viaje!


Versión original 25/05/2006.
Versión blog 1, noviembre de 2012.
Versión blog 2, marzo de 2015.