Pasar la mitad de su vida a prepararse.
Plancharse el pelo. Depilarse las chuletas. Desodorizarse las axilas. Empolvarse
la nariz. Maquillarse los ojos. Perfumarse a la derecha y a la izquierda. Chupar
una menta para el aliento. Ponerse tenis para hacer creer que nos vestimos en
dos minutos. Adoptar una actitud cool mientras temblamos mirando el reloj. Un vistazo
rápido en el espejo. Reajustar su tanga. ¿Se notan las marcas? La menstruación,
¿cuándo es? Contar los días en el calendario. Es para pronto. El pantalón
blanco, quizás no es una buena idea. Pero no hay tiempo para cambiarse. Elegir la
mejor pinta en el armario, la coordinación de tono sobre tono, es demasiado complicado...
Entonces fumar un cigarrillo para ocuparse las manos. Y la boca.
Pasar la otra mitad de su vida a esperar.
Sentarse en el sofá sin moverse por temor de hacer huir la suerte o de hacer correr
la pestañina. Acechar la estimulación…dring…saborear la secreción de
epinefrina. Saltar fuera de la caja como un diablo de resorte. Agarrar la
chaqueta, el bolso. Llaves en la cerradura. Escalera. Corazón que late. Sentirse
viva. Puerta de carro que cierra de golpe.
Tres cuadras después.
Mala noticia. Mientras está manejando, él le explica que la acompañará a la
reunión, pero después, tendrá mejor cosa que hacer, es decir, que tendrá mejor otra
que follar. El timbrazo con apariencia de trompetas de Fama que ella esperó
toda la noche suena ahora como una campana de muerte estremeciendo en pleno invierno.
El castillo de naipes se derrumba. La amargura viene a pasos agigantados. Hijueputa.
¿Qué está haciendo aquí? Acaba de ser depuesta de sus funciones de plan A. El
capitalismo salvaje regula el libre cambio del comercio amoroso. Quisiera
gritar pero su dignidad, incluso una vez hecho pedazos, no se lo permite.
En la sala, entre los pseudo-amigos, miramos las fotos de la última caminata.
La gente bromea a su alrededor. Copa en la mano, ella sonríe por deber de sincronía.
El buen humor del grupo se mezcla con su propio resentimiento y le da una indigestión.
Como si se hubiera tragado un gran plato de mejillones a la marinera regados
con zumo de naranja.
-¿Me prestan los baños, por favor, gracias? (1)
Sentada sobre el inodoro, ella llama las amigas. Encontrar un plan de
emergencia.
-Hola, sí, ¿dónde están? No se muevan, nos vemos en media
hora.
Despedirse de todas esas personas que estorban.
-Chao, chao, chao, genial, fue genial, sí, claro que sí, muchas gracias,
nos vemos la otra semana, fantástico, hasta luego, chao. (1)
Y luego, en el hall, un hombre se acerca y lanza una
frase inesperada, una frase en forma de salvavidas.
-¿Vamos a comer algo en el centro?
-¡Si, yo quiero todo lo que tú
quieres! Me presentaré siempre como un artículo de
consumo para que no tengas acceso a lo que soy.
-No te preocupes. No serás nada más que un número en la
memoria de mi teléfono.
Volver a llamar a las amigas lo más pronto posible para abandonarlas
mejor.
Al amanecer, sabanas arrugadas, todo esto terminará mal.
Macho. (2)
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Mujeres intercambiables. Hombres intercambiables. Superpoblación de yo
y de tu. Desertificación afectiva. Erosión de los sentimientos.
Colmar sus propias deficiencias con las deficiencias ajenas.
Llenar el vacío con vacío.
Una bonita serie de batacazos en
perspectiva.
¡SILENCIO!
El silencio no trae nada.
¿Usted está seguro?
(1) en español en el texto en francés.
(2) mal y macho son homófonos en francés.
Versión original, 21 de enero de 2006.
Versión blog 1, 26 de septiembre de 2012.
Versión blog 2, 5 de marzo de 2016.