lunes, 2 de mayo de 2016

Sala de espera. 5.


 

Su garganta se prende en fuego.

Sentada en piyama entre los cojines, la tez cetrina, los ojos abatidos, ella permanece afónica ante el incendio.
Amigdalitis aguda* declaró el médico mientras le iluminaba la faringe con su linterna.

¡Así que esta vez sí! Ella muere, muere, muere de verdad. ¡OTRA VEZ!
Ella exagera. ¡Mentirosa, mentirosa, mentirosa! ¡No, yo no soy mentirosa! ¡Es mi verdad!

Ella se sobre actúa en su papel de víctima, cortado a su medida.

Histriónica.

A ella le gustaría estar acostada en una habitación de hospital muy blanca. La luz pasaría a través de las láminas de plástico de las persianas. Se verían bailar las ínfimas partículas de polvo en los rayos del sol como en las películas baratas. Se podría creer que Dios fue citado. Todos los hombres que la amaron estarían allí, de pie, a su alrededor y se asomarían, enternecidos, por encima de la cama de la mujer en agonía como uno se asoma en la cuna de un bebé en su nacimiento.
Cuando ella acepte su muerte, ella aceptará su vida.

Chulitos y chulitos y chulitos apuntados uno debajo del otro, al lado de cada línea. Ella hizo la lista de las cosas por hacer, los santos deberes y los duros imperativos. En la letra M: no olvidar de estar muy enferma.

Chuleado.

En su cuarto real, sin ex-amantes y sin polvillos revoloteando, ella está aterrorizada, anquilosada, maniatada, al igual que cualquier Marylin. Doscientos números almacenados cuidadosamente en la memoria del teléfono; pero nadie que tenga la gentileza de untarle sus tostadas con mantequilla por la mañana. Ella se queda con la expectativa. Una soledad urbana convencional.

Finalmente lograron derribarla de su pedestal de mujer libre. Trofeo de papel satinado, papel de cartón piedra, papel de seda arrugado. La chuparon hasta la médula, pisoteada sin remordimientos. Queda un enigma. Ellos.

Ella concluye con severidad. Ella tiene poco espesor en los ojos de los demás. Ella menudea.

¿Cuántas veces se levantará? ¿Cuántas veces limpiará sus rodillas untadas de barro? ¿Cuántas veces pasará a la lavadora su ropa impregnada de alcohol y de tabaco? ¿Cuántas veces antes de lanzarse por la ventana, decir mierda al mundo y váyanse al infierno?
Y, sin embargo... se cree más densa que el mercurio, más brillante que una estrella gigante, más inspiradora que una luna gibosa...

Ella acuesta frases y más frases sobre las líneas del cuaderno para desentrañar lo que querían que callara. Mano sobre la boca.
Queda un enigma. Ellos.

Ella desencadena una guerra civil interna.

Colisiona un OINI, un objeto inconsciente no identificado.

Ella escribe, reescribe, exhuma los cadáveres, resucita las palabras y se embarra siempre en el mismo guión. Ella excava en búsqueda de recuerdos truncados, de fragmentos de huesos, de perfumes de la infancia. Establece las bases para una arqueología personal. El sufrimiento, una vez que pasa a través del filtro de la escritura, se vuelve agradable de escuchar.

El texto no avanza. Y no hace más que jugar tiempo extra. Ella da vueltas y vueltas frente al nártex. Ella puede seguir flagelándose en compañía de los otros penitentes, las palabras que ella desgrana no toman sentido.

Falta la última escena pero ha llegado al final de la historia. Así que hay que rebobinar la cinta.



21 de abril. 1.15 am. Clínica materna de Chenôve.


¡Empuje, Señora, empuje! Una vez más, más, más. Pare, recupere el aliento. Vamos, ahora, vamos, empuje, empuje, con prisa.

Soy demasiado vieja, no tengo fuerzas.

Un bebé todo verde salió de su vientre. Cubierto de meconio. Parto muy largo, demasiado largo, disminución de la oxigenación, Estado Fetal no Tranquilizador; en el útero, el bebé aplastado por el peso del dolor se vació de su jugo verde con grumos.

F.L.B. nació arropada con su propia mierda a fuerza de esperar que la dejaran entrar en la vida.

Puta mierda. Sala de espera de mierda.


Sufrir de espera.

 

 

*en español en el texto en francés.


Versión original, 22 de junio de 2006.
Versión blog 1, 26 de septiembre de 2012.
Versión blog 2, 23 de abril de 2016.

Corrección de estilo: Sebastián Gómez Robles.

No hay comentarios:

Publicar un comentario