lunes, 14 de abril de 2014

Los parasoles.


 
Otro tiempo, otro lugar.
Bajo el calor del mediodía.
El tiempo, como el aire, se dilata por encima de los adoquines hirviendo.
Los hombres y las mujeres se superponen con sus miradas.
Se agotan tragando. Son pesados ​​con todo su estómago. Sentados en sillas plegables y frágiles.
Hasta los niños se mueven en cámara lenta.
Tumbados, chupan su helado, sin fuerza para correr detrás de las palomas migajeando.
La calle se paraliza en el cenit.
Y me siento a contracorriente. Ligera y audaz.
 Doy vuelta por dentro. El corazón chispeante.
Esta noche,  me uniré otra vez con el amor.

 

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