Rue Ta Hien. Centre de Hanoï. 4 juillet.
OSER avec l’air et les Epées,
VOULOIR avec le feu et les Bâtons,
SAVOIR avec l’eau et les Coupes,
SE TAIRE avec la terre et les Deniers.
Estoy observando mi café
vietnamita. Un filtro de aluminio sobre una taza. Le liquido color betún
gotea. Ploc, ploc, ploc.
Caminé todo el día con
sandalias nuevas, del este al oeste, del oeste al este, merodeando por el norte
y el sur. Mis pasos se hacían más y más cortos. Me acerqué a un hombre sentado
en su moto, negociamos el precio, y me llevo en el centro. Detrás del él,
viento en la cara, inhalo la libertad que yo me regalo. Zigzagueamos como
mosquito entre mosquitos.
Ahora sentada en una butaca,
miro mis pies y los esparadrapos.
El sudor, la sangre, la linfa se
derraman… pierdo liquido…es el precio del viaje, la IVA que pago cada día por
estar donde no nací, recorrer caminos desconocidos.
Nauseas, ampollas, diarreas,
cefaleas, el viajero estudia la geografía de su cuerpo. Y su léxico es tan
elegante como lo de la horticultura: ninfeas, margaritas, rosas, heliconias…
O el objeto de la toponimia:
Marsella, Amalfi, Kamchatka, Ulán Bator…
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- Quiero ser tu amigo y cómplice.
- Claro….y yo quiero ser tu
hermanita del convento de la Cruz de Ayamonte.
Tienes muchos amigos a quien les
da besos en la boca. ¿Eres Ruso?
Risa… ¡Que mamadera de gallo!
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