viernes, 25 de marzo de 2016

Sala de espera. 3. v2.



La espera se alarga como una melcocha envenenada.
Los tics y los toc volvieron a gran escala. Los cigarrillos y las manzanillas ya no ofrecen la misma emoción. En pocos meses, ella pasó de mujer de acción a mujer pasiva.
Yo hice todo. Yo ahogaba.*
Brusco cambio de rumbo.
La debacle.


Si sólo una persona, sólo una, en este planeta, pudiera consentir en amarla...
Si sólo una buena alma, sólo una, en este país desconocido, estuviera dispuesta a adoptarla...
Si sólo…
La esperanza se desvanece con el paso de las horas y ella se convierte en marioneta desarticulada.
El gran desamparo.


Después de una liberación de un par de semanas, el mega estrés pasa de nuevo al ataque. La sensación de morir, aquí, de inmediato, por sí sola, la entorlopa suavemente y luego la atenaza furiosamente. Entre las sabanas, ya no es un lobo seductor con los ojos afilados que la acecha, pero más bien un cucaracho malo, todo negro, todo feo, todo sucio y todo podrido.
Sólo el teléfono podría liberarla de sus patas espantosas.


Pero, el teléfono decidió no timbrar. Hace la huelga, el teléfono. Está mamado, el teléfono. Se siente usado, abusado, cansado, inadecuado, el teléfono. Entonces, permanece aquí, fiel a su puesto, pero silencioso. Silencioso como una tumba, el teléfono. Terco como una obsesión, el teléfono.

Al diablo con ella, si sufre, piensa él. Que ama bien castiga bien. Esas historias no pueden durar más. Los amores vacíos son nocivos y sin futuro. Aprenderá la lección. Y encima, ya no quiero servir más de intermediario, de tapa-agujeros, de alivia-neurosis reprimida, de recoge-corazón desmoronado, de colmata-fisuras, de arregla-desorden, de acerca-soledades…STOP.

Está pensando en todo eso, el teléfono, en su infinita sabiduría de objeto.
Entonces, se calla y se queda allí. Tranquilo. Él,  ya tomó su decisión. Ella entiende. Ella acepta. Tiene razón, después de todo, este teléfono. Ella, ni siquiera, le tiene rencor.

Bulle a fuego lento y se somete al proceso de destilación, minutos tras minutos, gota a gota.

En el centro de una megalópolis extranjera, en un continente que se estira entre los dos polos, una energía minúscula subsiste. Su conciencia mujer persevera aun cuando sus raíces  están desnudas, aun cuando no puede captar los olores y los ruidos de su infancia.

A su lado, recostado, el teléfono descansa. Ella acaricia con los ojos su belleza inmóvil y muda.



Ella escucha su no-dicho.


*En francés, las dos oraciones son homófonas. J’ai tout fait. J’étouffais. Yo hice todo. Yo ahogaba.


Versión original, 6 febrero de 2006.
Versión blog 1, 26 de septiembre de 2012.V
Versión blog 2,  21 de marzo de 2016.

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