martes, 4 de septiembre de 2012

Un antro llamado El Polo.

O cuando los buseteros se transforman en estrellas del Glam.


 
  

Domingo por la noche. Bogotá lluviosa como siempre. Una calle de mala fama. Basura tirada al piso. Hombres tirados al piso. Una de cada dos baldosas está despegada. Unos transeúntes pasan. Otros se eclipsan rápidamente.

Entran por una puerta sin anuncio. En el antro de las transformaciones. Antro que se trasladó por obligación hace unos años.
La iglesia al lado no podía soportar más la presencia de esos seres extraños. Finalmente, el amor de Dios no alcanza para todos como lo venden. Otra estafa.

 
A dentro, las paredes están cubiertas de discos en vinilo y de una capa de nicotina acumulada desde hace treinta años más o menos.
Hombres, hombres y más hombres. Mucha testosterona reunida.
Mayores, vecinos, señores, cachacos, varones, tenderos, jóvenes, feos, elegantes, viriles, porteros, barrigones, cara-bonitas, padres de familia, amanerados…


El lugar se llena. Ochenta por ciento de humedad. Una hora de aguardiente después, el volumen de la música sube.
Las bufandas de lana que encerraban los cuellos caen sobre los brazos y se transforman en boas femeninas.
Los clientes sacan los abanicos de los bolsillos y todos empiezan a botar plumas. Una centena de pájaros de noche arrullan. Delicados.
 
 
En el escenario de un metro cuadrado se sube uno o una, pues como quiera definirse. Canta playback:
 
yo soy la María María
no ando con razones razones
llevo en mi cuenta por cuenta
cinco batallones....”

 
Todos repiten el coro. Entusiasmados. Se quedan pensando en los cinco batallones de vergas y culitos, listos para ser atendidos. Intercambios de miradas. Acercamiento. Desaparición en el baño.
 
Otro-otra se sube en la plataforma y canta música pa’ planchar, con el dedito levantado. Aleja el cable del micrófono con un suave movimiento del codo. En top y con barriga afuera. ¡Mucho éxito! ¡Divina!
 
Es el turno del cachaco. Una banda sonora extraterrestre suena: ópera japonesa. Gritos y susurros. Aaaaahhiiihhuuuuuhh.

¡Y se lo sabe todo de memoria! Nueve minutos. Una hazaña.
¿Cuántas horas de ensayo pasó frente al espejo?
¿Y cuántos años lleva esa mujer encarcelada en este cuerpo de hombre?
¿Cuántos años ocultándola?
¡Y todos los que le quedan por delante!
Una esquizofrenia tropical. Un ser fracturado entre Bruce Willis y Lady Gaga.
 
Pero para su salvación, cada domingo por la noche, la diva, la reina, la muñeca saldrá a flote. La estrella del Glam frustrada y su belleza radiante se dará a conocer.
 
Resplandor bajo las luces de neón, entre cuatro paredes amarillas, por un público exclusivo.

Todas reunidas.
 
¿Quién las inmortalizará como un ramo de flores de plástico?
 
Rosas, Margaritas, Narcisos...Las flores de las noches escondidas habitan mi corazón.
 
 
Especial dedicación a Jean Genet.


Traducción Nadia Rios.

 

 
 
 
 
 

 

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